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Wednesday, November 09, 2011

A Italia solamente la salva el BCE, pero este no debe actuar solo.

Para variar, aquí vamos de nuevo. La crisis de la deuda en Europa ha entrado en una nueva y más oscura fase con la yield (rendimiento) de los bonos italianos a 10 años cruzando el nivel del 7% en la mañana (europea) de hoy miércoles 09 Nov. Esto es un record desde que se creó la eurozona, a inicios del presente milenio, y que de mantenerse, desestabilizara gravemente la situación de deuda del tercer emisor mundial de bonos y uno de los seis fundadores del proyecto europeo moderno.









Los que vivieron los días horribles de las diversas crisis de deuda de los mercados emergentes rápidamente reconocen los cuatro factores distintivos que se han unido en los últimos días para formar un cóctel altamente desestabilizador y bien pueden ponerse de acuerdo sobre lo que hay que hacer para detener una mala situación que tal vez empeore.

Sucias política internas han socavado las relaciones ya complicadas entre los que tienen el potencial para resolver la crisis de deuda en Europa - los países altamente endeudados, los acreedores oficiales y los propietarios privados de esta deuda.

Al igual que en Grecia, Italia está pasando por una transición política incierta. Mientras que los medios de comunicación, comprensiblemente, se han centrado sobre cuándo y cómo el primer ministro Silvio Berlusconi va a renunciar, lo que Italia necesita con urgencia es mucho más complejo, es decir, un nuevo gobierno que sea creíble al diseñar e implementar los esfuerzos para cuidar durante varios años la reducción de su deuda (120% de su PIB) y su déficit fiscal (4.6%), y al mismo tiempo también aumentar el crecimiento económico (fue de 0.80% YoY a Jun-11).

En segundo lugar, no sólo se ha puesto de moda vender los bonos italianos, sino también comunicar esta venta a todo el mundo, gritándolo tan fuerte como se pueda. En los últimos días, varios bancos se han apresurado a anunciar que han estado activamente reduciendo sus tenencias de deuda italiana, como medio de reducir las preocupaciones del mercado acerca de su propio bienestar. Este fenómeno es similar a la fase de los años 80’s del “aprovisionamiento macho” donde se vio a los bancos tratando de superarse unos a otros, al decirle al mundo, que estaban totalmente protegidos en sus préstamos hacia América Latina. El resultado hoy en día es para animar (y empujar) a otros acreedores italianos a vender también, sumándose a las presiones del mercado. En muchos casos, el daño a la demanda de los bonos italianos es mucho más que transitorio.

En tercer lugar, una serie de cambios técnicos están perturbando el mercado de bonos italianos, añadiendo más inestabilidad. Estos van desde el aumento (de la noche del día de ayer martes 08 Nov.) en los requisitos del margen impuesto por la mayor Cámara de Compensación (Clearing House), a la disminución de la disponibilidad de instrumentos de cobertura en los mercados de derivados.

Por último, el Banco Central Europeo ha aparecido más titubeante en los últimos días al comprar los bonos italianos. Si se trata de una cuestión de voluntad o de capacidad, el resultado ha sido el de añadir más inestabilidad a los mercados.

Abandonados a su suerte, varios de estos factores podrían llegar aún a ser más graves. Italia se encuentra en las garras de lo que los economistas llaman un “camino dependiente de equilibrios múltiples” (path-dependent multiple equilibria) donde un mal resultado aumenta la probabilidad de otro resultado aún peor.

Sólo hay una institución que tiene un balance inmediatamente disponible que podría estabilizar la situación en los próximos días y semanas: el BCE. Pero antes de que todos se suban al carro pidiéndole al banco hacer más, debemos reconocer que si va solo el BCE, no puede ofrecer buenos resultados.

Para actuar con una solución sostenible, el BCE necesita de otros para ayudar en cuatro temas críticos:
(a) una energética y ultima separación en la forma como negociamos con las naciones insolventes de Europa y sus otros socios ilíquidos.
(b) un programa regional para mejorar el crecimiento y el empleo.
(c) acciones inmediatas para contrarrestar la fragilidad del sistema bancario.
(d) decisiones políticas audaces para fortalecer la base institucional de la eurozona, ya sea como está configurada hoy en día o por una más pequeña y menos imperfecta.

La cumbre europea del 23 de octubre estuvo a punto de abordar parcialmente algunos de estos factores, pero el progreso lento y perturbador de los acontecimientos políticos nacionales limito su impacto. Como resultado, la crisis de Europa ha entrado en una nueva fase, e incluso más preocupante.

Ni Europa ni la economía mundial están en condiciones de permitirse muchas más desviaciones, esperemos que este último desarrollo sirva como un llamado fuerte, urgente y eficaz para el diagnóstico y la acción integral.

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