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Wednesday, November 09, 2011

Enfocándose en los fundamentos de Turquía.

El país ofrece una esperanza a los vecinos e inversionistas que enfrentan un panorama turbulento -, pero las dudas están creciendo sobre la sostenibilidad de sus resultados.

La Avenida Independencia (İstiklal Caddesi) en Istanbul (Constantinoupolis) ha sido un activo centro comercial durante cientos de años. Hoy en día, esto no es diferente: los compradores y otros peatones hacen compras muchas veces al día en la vía que atraviesa lo que fue una vez, una colonia genovesa en el siglo XIII, a orillas del Rio Bósforo.

Por ejemplo hay lugares donde se vende teléfonos móviles y miles de personas visitan la tienda todos los días, con muchas ganas de comprar i-Phones a pesar de que el precio es de 2,300 Liras turcas (US$ 1,293 o € 937). Este es un año mejor que el año pasado - y el año pasado fue muy bueno. Es un mensaje muy diferente del que se escucha en las avenidas principales del resto de Europa.

Estambul es mucho más que la Avenida Independencia, y Turquía, mucho más que Estambul, pero la bonanza económica de la que se están beneficiando los estambulitas, es compartida por gran parte del país. Las grúas desordenan la ciudad y la mayor parte del año las ventas de automóviles y productos de línea blanca han aumentado en un 20-30%, aunque el ritmo ha cedido en los últimos tiempos. En total, Turquía ha experimentado un crecimiento económico híper-cargado de un 10,2% en el primer semestre de 2,011.

Se trata de un fenómeno con consecuencias importantes para inversores que buscan una alternativa a un crecimiento mediocre en los EE.UU. y la eurozona, gracias a la decisión del partido turco de centro-derecha “Justicia y Desarrollo” (Adalet ve Kalkınma o AK), cuyo éxito electoral se basa en el aumento de los niveles de vida, y la creciente influencia de Ankara en el escenario mundial.

Pero a pesar de que hoy en día se ha frenado fuertemente el rendimiento de nueve años consecutivos, durante los cuales el partido AK, ha estado en el poder y durante el cual el ingreso per cápita se ha triplicado en términos de dólares, existen temores de que este crecimiento podría ser insostenible, ya que el déficit de cuenta corriente (-8.60%) crece y se debilita la lira (TC 09 Nov. ‘11: 1 lira = 0.5626 dólares o 0.4076 euros). Esta es una historia macroeconómica muy vulnerable, pues se elevaron los ingresos en dólares, lo que ha alimentado la demanda de importaciones y se ha superado con creces el crecimiento de la productividad.

Algunas de las decisiones de Ankara - sobre todo de reducir las tasas de interés (a 5.75%) en un momento de incremento de la inflación (6.65% al 2T11, inter-anualizada) - han aumentado la preocupación de algunas instituciones de que la economía ha estado creciendo muy rápido. Y, a pesar de que la elite gobernante se alegra del mal ajeno de las tribulaciones económicas y financieras de la Unión Europea, no hay duda de que una recesión profunda en la eurozona afectara gravemente tanto a la Avenida Independencia como las zonas centrales de Anatolia.

Por ahora, sin embargo, los líderes empresariales internacionales se dirigen a Estambul, la ciudad más grande de Turquía, y los políticos a Ankara, deseosos de mejorar las relaciones con una de las historias más brillantes de éxito en una economía mundial sombría. Hay un enorme potencial que no se ha aprovechado hasta ahora según señalo el secretario británico de negocios, en Estambul, el mes pasado frente a una delegación que incluyó a una empresa de construcción del Reino Unido y que busca ayudar a construir un tercer puente sobre el Bósforo. Describió el viaje como parte de un esfuerzo para reorientar las relaciones hacia los mercados emergentes que hoy representan la mitad del producto bruto interno mundial y ofrecen la promesa de un crecimiento continuo.

Su mensaje es repetido por los que toman las decisiones, tales como Thomas Donohue, presidente de la Cámara de Comercio de EE.UU., que se queja de que el comercio turco-estadounidense es de apenas un valor de US$15 mil millones - menos de un tercio de lo que EE.UU. comercia con Singapur, a pesar de las credenciales de Turquía como “una economía más grande y más fuerte” que antes.

De hecho, después de una crisis financiera de hace una década, la situación económica del país es en muchos aspectos, la envidia de sus vecinos del norte.

Si uno se fija en los fundamentos básicos en Turquía esta en buena forma, según señala el ministro de Finanzas, Mehmet Simsek. Se han creado puestos de trabajo, las tasas de interés son bajas según los estándares turcos y los bancos están sanos. Los niveles de deuda pública, también son relativamente bajos (Deuda/PIB: 41.70%).

Aunque gran parte de las bases fue colocada por Kemal Dervis, el ministro de Finanzas en el gobierno de coalición anterior durante la crisis de 2,001-02, es Recep Tayyip Erdogan, como primer ministro, quien ha presidido los buenos tiempos. En su camino a una victoria electoral sin precedentes en la tercera semana de Junio - en el que aumentó su porcentaje de votos - prometió más de lo mismo, al anunciar sus planes de construcción de un nuevo puente para evitar el Rio Bósforo, en casi todas las paradas a los hospitales y estadios de fútbol para los pueblos de Anatolia, y se comprometió a hacer de Turquía, hoy la 17ª economía más grande del mundo (con un PIB de 735 mil millones US$), en una de las economías que integren el Top Ten en el 2,023, intentando superar a Canadá, Rusia, España, México, Corea del Sur, Australia y Holanda, y para lo cual tendría que duplicar su PIB, mientras estas economías no crezcan (ceteris paribus).

En ese año - lejos de la coincidencia del centésimo aniversario de la fundación de la República de Turquía - Erdogan quiere que el PIB per-cápita pase a más del doble, es decir a US$ 25,000 (actualmente el PIB per-cápita es de aprox. US$10 mil). Hay que hacer hincapié que el aumento de esta cifra durante su mandato, muy bueno en términos de dólares, es más modesto si se mide en moneda nacional y ajustado por la inflación.

La confianza conferida por el crecimiento - y las perspectivas de crecimiento – aumenta también la influencia diplomática de Ankara. Para muchos de sus vecinos, Turquía es un ejemplo de democracia y prosperidad - y el primer ministro Erdogan espera aumentar la influencia del país, dando la imagen de un líder fuerte y decidido. Para ello dio inicio a una gira triunfal por el norte de África el mes de setiembre pasado llevando a más de 200 empresarios a Egipto. Ahmet Davutoglu, ministro de Relaciones Exteriores, declara que es su deber de abrir una embajada allí donde haya un empresario turco.

Sin embargo, un número creciente de voces advierten que - en el corto plazo, por lo menos - esto puede no ser tan bueno. En un informe del mes de Agosto pasado, el Fondo Monetario Internacional pronosticó que la tasa de crecimiento se desaceleraría considerablemente el próximo año a tan sólo 2,5 %. Incluso el Banco Central de Turquía, dice que hay indicios claros de que el ritmo pueda ceder. Para ello apunta a indicadores como la Producción Industrial y el Índice de Compra de los Fabricantes, que en agosto cayó por debajo del nivel de 50 que es el que separa la confianza de la preocupación.

La razón principal para la alarma del FMI - y el factor que explica por qué Ankara está dispuesta a detectar los signos de desaceleración - es la mayor mancha en el manejo económico de Turquía: el enorme déficit de cuenta corriente. Está en alrededor de los US$ 75 mil millones al año, llegando casi al 10% del PIB [1] . El gobierno ha alabado las últimas cifras, que muestran un déficit de US$ 3,96 mil millones de agosto, como una señal de que el problema ha alcanzado su pico.

Pero aún así las previsiones sólo son una modesta reducción del déficit, del 9,4% del PIB al final del año al 8% el próximo año y un 7,5% en 2,013. Algunos analistas consideran los pronósticos como una señal de que la prioridad de Ankara sigue siendo el desarrollo del crecimiento a cualquier precio.

Pero incluso el señor Simsek reconoce que el déficit es un subproducto no sostenible de la creciente demanda interna y una baja tasa de ahorro. Si Turquía no tuviera tasas de ahorro relativamente bajas, fácilmente podría superar la tasa de crecimiento de China, señala con tristeza.

Sin estos ahorros, sin embargo, el crecimiento económico lleva a más importaciones y el país se convierte cada vez más dependiente de los fondos extranjeros. De hecho, los últimos datos publicados por el Banco Central revelan que cuando la cuenta corriente se toma junto con los pasivos externos de los sectores empresarial y financiero, Turquía tendrá más de US$ 200 mil millones en financiamiento externo durante el próximo año.

Estos requisitos de la deuda son cada vez más difíciles de cumplir. La lira ha perdido más del 20% frente al dólar y el euro en el último año, como bajas tasas de interés, el déficit en cuenta corriente y un vuelco, procedente de los activos globales vistos como menos riesgosos, han dejado su huella.





Notes.

[1] El Déficit en Cuenta Corriente de Turquía crecio 102,4 % inter-anual en los primeros ocho meses de 2,011, según dijo el Banco Central. Ver: http://www.todayszaman.com/news-259495-turkeys-current-account-deficit-up-1024-percent.html

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