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Friday, September 09, 2011

Un discurso de Obama para tener muy en cuenta

A juzgar por la expresión impactante del presidente Obama el día de ayer 8 de Setiembre, la Administración finalmente ha reconocido la gravedad de la crisis de desempleo en Estados Unidos y la necesidad de una respuesta política exhaustiva.

El programa es un intento creíble para hacer frente a los obstáculos estructurales que socavan el crecimiento económico y el empleo. Su eficacia, sin embargo, es rehén de dos factores que se aclarará en los próximos días.

Empecemos con las buenas noticias. Después de una dolorosa y, para muchos, inexplicable demora, la Administración esta finalmente cambiando desde una serie inútil de medidas ad hoc hacia un programa integral cuyos objetivos claves impiden la creación de empleos.

El énfasis está bien direccionado en los incentivos para la creación de empleo, las reformas del mercado laboral, la infraestructura y mejorar el funcionamiento del mercado hipotecario.

Hay incluso esfuerzos, aunque de una forma más limitada, para eludir los conductos de crédito obstruidos, aliviar las presiones que enfrentan sus escuelas, y reducir la burocracia. Y hay un intento simbólico para proporcionar más empleos de verano para los adolescentes.

Muchos estarán de acuerdo en que, finalmente se han identificado las áreas clave, el Presidente debería haber sido mucho más audaz - proponiendo reformas estructurales más profundas, más ambiciosa y más detalladas.

Sin embargo, merece el beneficio de la duda como lo señalo cuando hablo de la posibilidad de reforzar el programa a través del tiempo.

Ahora, las malas noticias. La eficacia de este programa está lejos de ser garantizada por dos grandes - y críticos – problemas que no están resueltos.

Primero, tenemos que esperar hasta la próxima semana por el componente fiscal del programa. En concreto, el coste de los anuncios de hoy ha de ser compensada en el mediano plazo por las reformas creíbles para los impuestos y el gasto presupuestario. En segundo lugar, no está claro si este programa por sí centrista, tendrá éxito en reunir suficientemente a un congreso muy polarizado.

Los demócratas y republicanos ahora tienen una opción. Ellos pueden unirse en torno al programa del Presidente, elaborado conforme los elementos individuales que apelan a ellos, o pueden esperar por más y, en el proceso, a su vez convertirse en enemigos públicos del pueblo.

Por fin, el Presidente Obama hizo lo suficiente para mejorar la calidad del debate económico de la nación. Presentó un programa creíble que se centra en las áreas estructurales deseadas. Ahora hay que fortalecer y complementar con un componente fiscal prudente y el Congreso debe discutir de una forma cooperativa y constructiva.

Hay mucho en juego, especialmente para aquellos que se han quedado sin trabajo durante mucho tiempo, y también para la sociedad estadounidense en su conjunto. Esperemos que Washington sea, en conjunto, capaz y estar dispuesto a seguir adelante. Si lo hace, el discurso de Obama bien podría marcar el inicio del momento económico decisivo para los Estados Unidos.

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